¿Cómo superar el divorcio y convertirlo en tu mayor fortaleza?

¿Alguna vez has sentido que el suelo bajo tus pies se desmorona y que el mundo que conocías se desvanece ante tus ojos? El divorcio puede sentirse exactamente así: como un terremoto emocional que sacude los cimientos de nuestra vida. Pero aquí está la verdad que nadie te dice: en medio de este caos existe una oportunidad extraordinaria de renacimiento en superar el divorcio.

Mi propia historia comenzó como la tuya, con lágrimas, dudas y un corazón partido en mil pedazos. “Todo comenzó a finales de junio del 2024 cuando él decidió irse de casa y yo me quedé sola destrozada, quitando todas sus cosas a la velocidad del tigre de Tasmania, llorando sin parar y rogando que todo se acabara.” Hoy, como sobreviviente de esta travesía y como sanadora, puedo asegurarte algo: hay luz al final del túnel, y es más brillante de lo que imaginas.

Este no es solo otro artículo sobre cómo superar el divorcio, es una guía de transformación, un mapa para navegar desde el dolor hasta el descubrimiento de una versión más poderosa de ti. Ya sea que estés en medio de la tormenta o apenas comenzando este viaje, estas páginas contienen las herramientas, la sabiduría y el apoyo que necesitas para no solo sobrevivir, sino florecer.

Prepárate para descubrir cómo convertir esta crisis en el catalizador de tu mayor transformación personal. ¿Estás lista para comenzar tu viaje de sanación?

Iniciemos abordando las causas más frecuentes, aunque no únicas del distanciamiento, separación y divorcio.

Cinco Nudos en el Alma que Desatan el "Hasta Aquí"

Hoy soy una divorciada más, una sanadora observadora de la vida y sus a veces dolorosos desenlaces. Te hablo desde un lugar personal, el de mis vivencias, el de las conversaciones susurradas con amigas, e incluso  desde las experiencias ajenas que al llegar a consulta me resuenan y confrontan.  Si algo he aprendido, es que detrás de cada “se acabó”, hay una historia compleja, un cúmulo de razones que, como nudos apretados, terminan por desatar lo que un día se juró eterno.

Aunque cada pareja es un universo único, he notado, con una tristeza melancólica, que hay ciertos patrones, cinco sombras recurrentes que suelen oscurecer el horizonte de un “para siempre”. No son leyes inquebrantables, claro, pero resuenan con una frecuencia que duele, a mi me dolió y mucho, caer en algunas de ellas.

    1. El Silencio que Corroe: Problemas de Comunicación.

 Ay! la comunicación, esa danza delicada que a veces se convierte en un baile de sordos. A mí me pasó, no sé cuántas veces viviendo bajo el mismo techo habitamos mundos paralelos. Las palabras se atoraban en la garganta, los resentimientos se acumulaban como polvo debajo de la alfombra, y las necesidades no expresadas se marchitaron como flores sin agua. Poco a poco, la distancia emocional se vuelve un abismo insalvable. Ya no se entienden las indirectas, las miradas cargadas de frustración se vuelven invisibles, y la conexión, ese hilo invisible que unía dos almas, se deshilacha hasta romperse.

    1. El Desencanto Lento: Pérdida de Intimidad y Desconexión Emocional.

Recuerdo a una consultante describiendo cómo su matrimonio se había convertido en una mera convivencia de compañeros de casa. Los besos se volvieron esporádicos, las caricias, un recuerdo lejano, y las conversaciones profundas fueron reemplazadas por la logística del día a día. La chispa, esa magia inicial que encendió la relación, se fue apagando lentamente, dejando tras de sí una frialdad que cala hasta los huesos. La desconexión emocional es como una silenciosa erosión, desgastando el vínculo hasta que ya no queda nada sólido a qué aferrarse.

    1. Los Caminos que se Bifurcan: Diferencias Irreconciliables.

 Al principio, éramos muy afines tanto en nuestras carreras y hobbies como en las metas y proyectos, teníamos diferencias, claro, en ciertas opiniones e intereses pero con el tiempo, esos pequeños matices se fueron convirtiendo en abismos insalvables. Los valores fundamentales chocaban, los proyectos de vida se hicieron opuestos, y lo que una vez fue una peculiaridad adorable se transformó en una fuente constante de conflicto. Para nosotros la religiosidad y la espiritualidad se convirtieron en caminos distintos, el control y la mente abierta en opciones sin punto medio. Intentar forzar dos caminos que naturalmente se separan solo genera frustración y resentimiento, hasta que la separación física se convierte en un reflejo de la separación interna.

    1. La Puñalada Trapera: Infidelidad.

 La infidelidad, esa palabra cargada de dolor y traición. Es una herida profunda que a menudo deja cicatrices imborrables. La confianza, ese pilar fundamental de cualquier relación, se hace añicos, y reconstruirla, si es siquiera posible, requiere una valentía y una honestidad brutales por ambas partes. A veces, la infidelidad es un síntoma de problemas subyacentes, una grieta que ya existía en la relación. Otras veces, es un acto impulsivo con consecuencias devastadoras. En cualquier caso, su impacto suele ser un punto de no retorno para muchos matrimonios.

Imaginarlo es una cosa, pero vivirlo otra, siempre pensé que no necesariamente era una causal de rompimiento, pero enfrentar el hecho aun cuando ya no estábamos bajo el mismo techo se me hizo insoportable, aunque no fue el detonante de la ruptura si fue el elemento que cerró la puerta. El dolor que se experimenta por este motivo es tan grande, que pensamos que nunca va a pasar, es una herida de devaluación que sangrará sino tomamos acciones de sanación emocional.

    1. El Peso Insoportable: Problemas Económicos y Estrés Externo.

 La vida moderna nos somete a una presión constante. El estrés laboral, las dificultades económicas, las responsabilidades familiares, todo esto puede filtrarse en la relación de pareja como una sombra oscura. El dinero, lejos de ser un tema menor, se convierte en un campo de batalla donde se libran luchas de poder, se proyectan inseguridades y se acumulan frustraciones. Las discusiones constantes por las finanzas, la falta de estabilidad económica o las diferentes maneras de gestionar el dinero pueden erosionar incluso la relación más sólida, hasta que el peso se vuelve insoportable.

 Algo que me parecía absurdo era que cada uno a pesar de estar en el mismo hogar percibía y calificaba de manera distinta la prosperidad de nuestra casa, mientras el uno veía carencia el otro gratitud por todo lo existente y el futuro prometedor resultado de la siembra que hacíamos en nuestra empresa. Hoy veo que compaginar esas dos versiones de la misma cotidianidad es prácticamente imposible, eso afianzó el sentimiento de frustración y por ende la bifurcación de nuestros caminos.

 Para muchas mujeres el tema económico es una barrera para siquiera atreverse a tomar la decisión de separarse. Haberse dedicado a los hijos, a construir el hogar como un puerto seguro desde un imaginario tradicional, donde es el hombre el proveedor les hace sentirse atrapadas y sin salida. ¿Cómo tomar la iniciativa de terminar con un matrimonio en el que la armonía y la paz ya no existen?, ¿Cómo puedo asegurar la calidad de vida que mis hijos se merecen e incluso la sobrevivencia?, ¿Cómo puedo cortar el patrón de dependencia?, son algunas de las preguntas que suelen formularse.

Estas cinco sombras no son las únicas, por supuesto. Hay muchas otras razones, matices y combinaciones que llevan a una pareja a decir adiós. Pero al observarlas de cerca, siento una punzada de comprensión por esas historias rotas, por esos sueños que se desvanecieron.

El camino para superar un divorcio no es lineal: Las Etapas de una Separación

Cuando ese “hasta aquí” se pronuncia, ya sea en un susurro cargado de resignación o en un grito desgarrador, no es el final repentino de una película. Es más bien el inicio de un viaje tortuoso, un descenso por etapas que nos arrastra a través de un laberinto de emociones contradictorias. Lo sé por mi propio descenso, transité por tantos sentimientos y emociones que me sentía brumada, también por  las voces quebradas que he escuchado, por los silencios cargados de dolor que he presenciado.

Separarse o divorciarse es desarmar un mundo construido entre dos, ladrillo a ladrillo, y cada etapa deja su propia marca, su propio sabor amargo.

    1. La Negación: Ese “Esto no está pasando” que nos Ancla.

Al principio, a menudo nos aferramos a la incredulidad. Es como si la mente se negara a procesar la realidad, construyendo una burbuja protectora donde aún resuenan los ecos del “nosotros”. Negamos las señales evidentes, minimizamos las discusiones, nos convencemos de que es solo una mala racha. “Ya se pasará”, nos decimos, como si la fuerza de nuestra voluntad pudiera revertir lo inevitable. Esta etapa es una forma de autoprotección, un amortiguador ante el impacto brutal de la pérdida. Pero aferrarse demasiado tiempo a la negación solo posterga el dolor que, inevitablemente, terminará por alcanzarnos.

Hoy veo con claridad que no tenía en ese momento, las muchas veces que ante su reacción distante y depresiva me dije “¿Esto será asi toda la vida?, pregunta que se diluía cuando el estado de ánimo cambiaba y volvíamos a esa “sincronía” que nos encantaba pero que lastimosamente no era sostenible y que nos resistíamos a verlo o a aceptarlo.

Toda la vida me ha gustado escribir, desahogarme a través de las palabras y los esquemas, sobre todo cuando me siento melancólica o triste, hace poco buscando un cuaderno donde hacerlo, encontré uno que contenía un escrito de hace 15 años, casi entro en shock al darme cuenta que era la misma historia de distancia y depresión repetida una y otra vez todos estos años

    1. La Ira: El Volcán Emocional que Busca un Culpable.

Cuando la negación cede, a menudo emerge la furia. Una rabia visceral que busca un culpable, ya sea el otro, nosotros mismos o incluso el destino. Sentimos la injusticia punzante de la ruptura, el resentimiento por los sueños rotos, la frustración por los esfuerzos fallidos. Esta ira puede manifestarse en discusiones airadas, en reproches hirientes, incluso en un silencio cargado de hostilidad. Es una etapa destructiva, que nos consume por dentro y puede dañar aún más la relación, incluso si ya está terminada. Sin embargo, también es una energía poderosa que, canalizada de forma constructiva, puede impulsarnos a defendernos y a establecer límites.

Hace poco una amiga, en quien reconozco su gran tesón para hacer trabajo personal, me relataba con profunda rabia sobre su marido, la falta de gestión de sus heridas emocionales, la frustración que para ella representaba impulsar durante muchos años ese camino y el profundo cansancio que eso hoy  representa.

    1. La Negociación: El “Si tan solo…” que Alarga la Agonía.

En este punto, intentamos desesperadamente encontrar una salida, un pacto que revierta lo irreversible. “Si tan solo cambiara…”, “Si tan solo lo hubiéramos intentado de otra manera…”, “Si tan solo pudiéramos volver atrás…”. Ofrecemos promesas, hacemos concesiones, intentamos reescribir la historia con un final diferente. Es un intento de recuperar el control, de evitar el dolor inminente. Pero a menudo, esta negociación es un espejismo, una ilusión de que aún podemos moldear una realidad que ya se ha fracturado.

La distancia de la separación nos ayuda a ponerlo todo en perspectiva, a reflexionar y arriesgarnos a hacer cosas diferentes, es una apertura que a veces logra el reencauce de la relación, en otras como en la mía puso de relieve nuestra atracción, la maravilla de la intimidad pero también la diferencia en nuestras expectativas, yo sentí que no habían claras propuestas de cambio a construirse en conjunto, sino una necesidad de ajustarse el uno al otro y eso era más de lo mismo.

    1. La Depresión: El Vacío que lo Inunda Todo.

Cuando la negociación falla y la realidad se asienta con su peso aplastante, llega la tristeza profunda. Una melancolía que lo tiñe todo de gris, una sensación de vacío que parece insaciable. Perdemos la energía, el interés por las cosas que antes nos gustaban, incluso el apetito por la vida misma. Lloramos la pérdida de la pareja, del proyecto de vida compartido, de la identidad que habíamos construido en conjunto. Esta etapa es un duelo, un proceso necesario para asimilar la magnitud de la pérdida. Permitirnos sentir esta tristeza, sin juzgarnos ni apresurarnos a superarla, es crucial para la sanación a largo plazo.

Estoy segura que si tú estás pasando por esta etapa vas a comprender bien la sensación de falta de concentración, la incapacidad aplastante de enfocarte en los temas laborales, actividades que antes de tomaban 2 o 3 horas ahora puedes necesitar hasta 10. Yo decía ¿pero que me pasa, porque no puedo ir a la velocidad de antes?, ¿Por qué no logro salir del ciclo de pensamientos negativos?, ¿A dónde se fue mi creatividad? y lo peor de todo mi ánimo para emprender nuevas actividades!

    1. La Aceptación: La Paz Agridulce del Nuevo Comienzo.

Finalmente, después de la tormenta, emerge una calma frágil. No es una felicidad desbordante, sino una aceptación serena de la nueva realidad. Reconocemos que la relación ha terminado, que el pasado no se puede cambiar y que el futuro, aunque incierto, ofrece la posibilidad de un nuevo comienzo. Empezamos a reconstruir nuestra vida individualmente, a encontrar nuevas rutinas, a redescubrir intereses olvidados.

Creo que lo más duro de la separación es lograr aceptar que el matrimonio terminó, verbalizarlo, dejar de tener esperanzas de reconciliación es verdaderamente doloroso, es un camino de ida y vuelta, de retomar y soltar, cuando logras pronunciar esta frase no solo para ti sino hacia otros entonces estás del otro lado. La siguiente etapa del camino no será fácil pero al menos ya tienes claro el objetivo, reconstruirte tú para volver a disfrutar un día de la plenitud. La cicatriz de la separación permanece, recordándonos la experiencia, pero ya no duele con la misma intensidad. Aprendemos a vivir con la ausencia, a encontrar la fortaleza dentro de nosotros mismos y a abrirnos, quizás, a nuevas posibilidades.

Este viaje por las etapas de la separación no es lineal. Podemos retroceder, sentir varias emociones al mismo tiempo, tardar más o menos en cada fase. Pero comprender que estas etapas son parte de un proceso natural, aunque doloroso, puede ofrecernos un atisbo de esperanza en medio de la oscuridad. Porque incluso después del desmoronamiento, siempre existe la posibilidad de recoger los fragmentos y construir algo nuevo, algo diferente, quizás incluso más auténtico. Ha llegado la hora del divorcio.

El Terremoto Silencioso: El Impacto en los Hijos Durante y Después de la Separación

Cuando ese “hasta aquí” resuena en las paredes del hogar, el epicentro de la sacudida no solo se siente en los corazones de los adultos. Para los hijos, la separación de sus padres es a menudo un terremoto silencioso que desestabiliza su mundo, un antes y un después marcado por la incertidumbre, la confusión y, a menudo, el dolor. Su proceso de asimilación y sanación es tan crucial como el de los adultos, y a menudo más delicado, ya que su capacidad para comprender y expresar sus emociones es diferente.

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Durante las etapas iniciales de la separación, los niños pueden experimentar una negación similar a la de los adultos, aferrándose a la esperanza de una reconciliación. Pueden mostrarse confundidos, preguntando cuándo “volverá todo a ser como antes”. La ira también puede manifestarse, aunque a menudo de formas distintas a la de los adultos: irritabilidad, rabietas, retraimiento o incluso culpabilización de uno o ambos padres. Sienten la injusticia de la ruptura de su núcleo familiar, la pérdida de la rutina y la seguridad que conocían.

La negociación en los niños puede tomar formas conmovedoras: intentar mediar entre los padres, prometer portarse mejor si vuelven a estar juntos, o fantasear con escenarios de reconciliación.

La depresión en los hijos puede ser particularmente preocupante y a menudo se disfraza de tristeza profunda, falta de interés en actividades que antes disfrutaban, cambios en el apetito o el sueño, e incluso problemas de rendimiento escolar. Su mundo se siente fragmentado, y la sensación de pérdida puede ser abrumadora.

Superar un divorcio para los hijos no es una tarea que recae únicamente en uno de los padres, sino en la responsabilidad compartida de ambos, aunque la relación de pareja haya terminado. Aquí hay algunos senderos cruciales:

  • Comunicación Clara y Coherente: Los niños necesitan entender, en un lenguaje apropiado para su edad, que la separación no es su culpa y que ambos padres seguirán siendo sus padres, aunque vivan en casas separadas. La coherencia en los mensajes y en las rutinas entre ambos hogares es fundamental para brindarles seguridad.  Recuerdo que mi hermana durante su proceso  de separación, veía con dolor las carencias en la gestión de las emociones de sus hijos por parte de su expareja, al principio intentaba remediarlo enviándole mensajes o hablando con él sobre cómo tratarlos, sin embargo, con la ayuda de su terapeuta se dio cuenta que no era esta su responsabilidad y que la relación de sus hijos con su padre les corresponde a ellos, a nadie más.
  • Validación de sus Emociones: Permitirles expresar su tristeza, su rabia, su miedo sin juzgarlos ni minimizar sus sentimientos es vital. Escucharlos activamente y validar sus emociones les ayuda a sentirse comprendidos y seguros.
  • Estabilidad y Rutina: Mantener rutinas predecibles en ambos hogares les proporciona un sentido de normalidad y seguridad en medio del cambio. Horarios de comida, de sueño, actividades escolares, etc. la consistencia ayuda a mitigar la ansiedad.
  • Evitar la Alienación Parental: Es fundamental abstenerse de hablar negativamente del otro progenitor delante de los hijos o de utilizarlos como mensajeros o confidentes. Los niños necesitan amar a ambos padres libremente, sin sentirse obligados a tomar partido.
  • Tiempo de Calidad Individual con Cada Padre: Asegurar que cada hijo tenga tiempo individual y significativo con cada uno de sus padres fortalece el vínculo y les recuerda que siguen siendo importantes y amados por ambos.
  • Buscar Apoyo Profesional si es Necesario: Si los niños muestran dificultades significativas para adaptarse, buscar la ayuda de un terapeuta infantil puede proporcionarles herramientas y estrategias para procesar sus emociones y afrontar la nueva situación.

El divorcio es una reconfiguración familiar, y aunque dolorosa, puede ser una oportunidad para construir nuevas dinámicas más saludables. Involucrar activamente la perspectiva y las necesidades de los hijos en este proceso de sanación es esencial para que ellos también puedan despedirse del ayer y construir un mañana donde se sientan seguros, amados y comprendidos. Su bienestar emocional debe ser una prioridad

constante en el camino de reconstrucción familiar, no podemos olvidar que las heridas emocionales por lo general son causadas por los padres durante la infancia y que lo que no hagamos por mitigar el impacto de nuestras decisiones en ese momento, lo tendrán que lidiar y solucionar ellos  como adultos.

Despedida al Ayer, Bienvenida al Mañana: Los Senderos de Sanación Tras la Firma del Divorcio

La tinta seca en ese papel legal no marca el final del camino, sino el inicio de una nueva senda, a menudo pedregosa al principio, pero con la promesa de paisajes renovados.

Una vez que el “nosotros” se disuelve oficialmente, comienza la delicada tarea de reconstruir el “yo”.

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Es un proceso íntimo, personal, y no existe un mapa único, pero he observado ciertos senderos que muchos transitan hacia la sanación, hacia la reconquista de su propia vida, experimentando por supuesto caminos propios de mi gestión que intento resumir a continuación, espero te sean útiles.

    1. El Santuario del Autocuidado: Reconstruyendo el Templo Interior.

Después de tanto dar y recibir (o dejar de recibir) en la relación, es crucial volcar la atención hacia uno mismo. El divorcio a menudo deja un cuerpo y una mente exhaustos. Es tiempo de nutrir ese templo interior: dormir lo suficiente, comer saludablemente, mover el cuerpo con suavidad o intensidad, según lo pida. Son gestos simples, pero poderosos, que nos recuerdan que somos valiosos y merecemos cuidado. Es como volver a aprender a respirar por uno mismo, a sentir el pulso de nuestra propia existencia sin la constante referencia al otro.

He vuelto a comer ciertos platos que había apartado de mi dieta porque construimos una forma de comer particular, en la que excluíamos aquellos alimentos que no le gustaban a uno de los dos, así que gozo como si fuera la primera vez de condimentos, especias, hierbas que había olvidado.

    1. El Refugio de la Conexión: Apoyándonos en la Tribu.

Aunque la soledad pueda ser un compañero frecuente al principio, buscar y aceptar el apoyo de nuestra red social es vital. Amigos, familiares, incluso grupos de apoyo online u offline, pueden ser ese abrazo cálido en los días fríos. Compartir nuestras emociones, escuchar otras experiencias, sentirnos comprendidos y no juzgados, alivia la carga y nos recuerda que no estamos solos en este tránsito. A veces, la fuerza que necesitamos para dar el siguiente paso la encontramos en la mano extendida de alguien que ya ha recorrido un camino similar.

Mi camino como sanadora lo inicié hace 3 años, logrando integrarme a una nueva comunidad de mujeres medicina que han sido como un bálsamo en momentos de profunda turbulencia. Gracias a su presencia he creado una comunidad viva e interactiva tanto presencial como virtual que no es solo un apoyo emocional, sino una vía de expansión de nuestro conocimiento y dones, así que te insto a que busques en tus hobbies y pasiones grupos de personas con las cuales puedas compartir afinidades, te aseguro serán tu sostén en muchos momentos.

    1. La Exploración del Interior: Desenterrando Nuevos (o Antiguos) Yos.

El divorcio puede ser una oportunidad inesperada para redescubrir pasiones olvidadas o explorar nuevos intereses. Aquellas actividades que quedaron relegadas por las dinámicas de la pareja pueden resurgir como fuentes de alegría y propósito. Pintar, escribir, bailar, aprender un nuevo idioma, viajar solo, son formas de reconectar con esa esencia individual que quizás se había diluido en el “nosotros”. Es como desempolvar un viejo mapa y encontrar rutas inexploradas que nos invitan a la aventura personal.

Tertulias sobre libros, películas y documentales sobre el despertar de conciencia, asi como el tejido y la pintura son hoy una expresión de mi individualidad, asi como un espacio de gozo compartido con mi red de apoyo. Son actividades que me permiten dejar de lado la nostalgia por los espacios vividos en pareja para crear nuevos recuerdos de hermandad y amistad.

    1. El Poder del Perdón (Empezando por Uno Mismo): Liberando las Cadenas del Resentimiento.

El rencor es un lastre pesado que nos impide superar el divorcio. Perdonar, tanto a la ex pareja como a nosotros mismos por los errores cometidos, no significa justificar las acciones pasadas, sino liberarnos de la amargura que nos encadena al dolor. Es un acto de profunda autocompasión, un regalo que nos hacemos a nosotros mismos para poder mirar hacia adelante con un corazón más ligero. Este perdón no siempre es un evento único, sino un proceso continuo, una suave liberación de las emociones negativas que nos atan.

Cierta noche despierta a la madrugada, confundida con tantos pensamientos recurrentes, preguntándome como muchas noches más ¿Por qué actuó como lo hizo?, ¿Cómo pudo herirme tanto? ¿por qué ya no me ama? Y tantas preguntas más, me di cuenta que a quien debía perdonar era a mí misma, por tomar las decisiones que tomé, por hacer o no hacer, por mis incoherencias, por acercarme y alejarme, por aceptarlo y distanciarlo, en fin, entendí que el proceso de cada cuál es el proceso de cada cual y por tanto es válido vivirlo.

    1. La Reconstrucción del Propósito: Definiendo el Nuevo “Para Qué”.

Una vez que la estructura del matrimonio se desmorona, es natural sentirnos un poco a la deriva. Reconstruir un sentido de propósito individual es fundamental para superar el divorcio. ¿Qué quiero para mi vida ahora? ¿Cuáles son mis nuevas metas y aspiraciones? Este es un tiempo para redefinirnos, para alinear nuestras acciones con nuestros valores más auténticos. Puede ser un nuevo enfoque en la carrera, un compromiso con una causa social, el desarrollo de una habilidad personal o simplemente la búsqueda de una mayor paz interior. El nuevo “para qué” nos da dirección y nos impulsa a levantarnos cada mañana con ilusión.

Confía, un día el huracán habrá pasado

Superar el divorcio no es un camino lineal ni rápido. Habrá días buenos y días en los que la sombra del pasado se alargará. Pero al abrazar estos senderos de autocuidado, conexión, exploración, perdón y reconstrucción del propósito, poco a poco, la luz comenzará a filtrarse nuevamente, iluminando un nuevo horizonte de posibilidades individuales. La despedida al ayer es un paso valiente hacia la bienvenida de un mañana que, aunque diferente, puede ser igualmente pleno y significativo.

El divorcio no es un fracaso en sí mismo, sino a veces, la dolorosa pero necesaria liberación de un vínculo que ya no nutre, que ya no permite florecer. Y quizás, en ese nuevo espacio, con las heridas cicatrizando lentamente, se abra la posibilidad de un nuevo comienzo, de un nuevo florecer, individualmente.

Hoy he despertado sintiendo que he vuelto a ser yo, que ese caos que nos confunde y desenfoca, que nos sumerge en el dolor y en el rincón de la víctima ha cesado. Hoy abrí los ojos y pude verme como observadora, con la capacidad para distinguir la gran cantidad de aprendizajes incorporados, la nueva Adriana que se levantó de las cenizas más fuerte, más sabia y más decidida a ser la mejor versión de mí misma. Agradeciendo profunda y sinceramente, a mi exesposo, a la vida y a la Divinidad haberme mostrado cuales son mis verdaderas heridas emocionales porque solo así puedo superar el divorcio.

Si tu estas pasando por un proceso de separación y divorcio, si sientes que necesitas ayuda para poder iluminar el camino de tu sanación no dudes en contactarme, estoy a un clic y puedo ayudarte.

Coméntanos tu historia, nos encantaría conocer tus vivencias personales y tu forma de lograr una vida nueva. 

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